Entre miradas y el tenue alumbramiento de los rostros expresivos de los espectadores, el rito cinematográfico se despliega en el silencio —no absoluto— de la sala y sus butacas. La atención dirigida a la imagen deja leves rastros en los semblantes conmovidos de quienes observan con atracción.
En esta constante y aparente relación, los festivales de cine se establecen como plataformas de enlace. Películas y audiencias se entrelazan, oscilando entre dimensiones históricas, políticas, artísticas, mediáticas e industriales que atraviesan —consciente o inconscientemente— al espectador. Y aunque estas conexiones suelen manifestarse de manera implícita, existe una labor capaz de trazar un camino específico: la programación.
La programación cinematográfica impone una mirada crítica al reconocer las necesidades vigentes dentro de un tiempo y un espacio específico para brindar a la audiencia una selección fílmica que considera pertinente a su contexto. De esta manera, los festivales realizan una lectura del panorama cultural y ofrecen —a través de su curaduría— una respuesta a las necesidades sociales y artísticas que contribuyen a la construcción de una identidad colectiva: el interés compartido en discursos y poéticas afines.

En el caso de México, el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) se ha consolidado como el evento cinematográfico más importante —junto con los premios Ariel— de nuestra historia, pues su existencia resulta decisiva para el avance del cine nacional y su reconocimiento en el extranjero, gracias a una programación que es la columna vertebral de su éxito anunciado.
Daniela Michel, fundadora y directora del FICM desde su primera edición en 2003, comenzó a programar el festival con la misión de “apoyar a los jóvenes cineastas y apoyar al cine mexicano dándoles una plataforma.” Esta orientación cobra relevancia al considerar la crisis cultural provocada por las políticas neoliberales en los años noventa, antecedente directo del llamado Nuevo cine mexicano. Michel estableció y fortaleció una nueva comunidad cinematográfica que hasta entonces había sido marginada: “Creo que es importante que esa comunidad vaya creciendo y se vaya consolidando”, nos comentó en entrevista exclusiva.
En el deseo por fortalecer la actividad cinematográfica, el Festival Internacional de Cine de Morelia no pensó en el glamour. Daniela Michel tenía claro que la comunidad se forjaba entre dos partes: realizadores y audiencias. Por este motivo, se llevaron a cabo encuentros cara a cara entre ambos: “No se entiende el festival si no se ha vivido uno de esos encuentros.”

La programación no solo debe pensarse desde la pertinencia de las obras seleccionadas, sino también por el diálogo que propician y los vínculos que se generan a través de ellas. De ahí la construcción de una red de apoyo que ha ido creciendo año con año entre espectadores y creadores. “Nosotros tenemos en la base de datos más de dos mil nombres de cineastas mexicanos que han participado en el FICM desde sus inicios y esa lista crece año con año.”
Como en la crítica cinematográfica, la programación no parte de juicios de valor, sino del entendimiento ético de que las obras seleccionadas deben reforzar —de manera implícita o explícita— la identidad del festival y de la comunidad que lo construye. “Para nosotros es muy clara nuestra misión. Aquí no estamos programando por una cuestión de gusto personal, se trata de dar una muestra de lo que es el cine mexicano.”
“A mí no me gusta para nada la película, está horrorosa, pero creo que es muy importante que se programe”, recuerda Daniela Michel con cariño, evocando las palabras que alguna vez le dijo Joaquín Rodríguez, crítico de cine y colaborador del festival.
El rigor del Festival Internacional de Cine de Morelia en la selección de sus contenidos ha incidido en la historia contemporánea del cine mexicano, no solo por su valor artístico, sino también por su pertinencia social. Cinco de las últimas seis ganadoras del Ariel de Oro a Mejor Película también triunfaron aquí: Sujo (2024), Tótem (2023), El norte sobre el vacío (2022), Sin señas particulares (2019) y Ya no estoy aquí (2019). A ello se suma la relevancia de Ver llover (2006), dirigido por Elisa Miller, que, tras obtener el premio a Mejor Cortometraje en Morelia, conquistó la Palma de Oro al mejor cortometraje en el Festival de Cannes al año siguiente.

La programación del FICM también ha dado visibilidad a producciones que buscan descentralizar y explorar nuevas narrativas dentro del cine nacional. Según Daniela Michel, es necesario “pensar el cine mexicano del norte, del sur, del centro, de representarlo todo”, porque “…muchas veces se centran en los trabajos de la Ciudad de México, pero es importante preguntarse qué está pasando en Mérida, qué está pasando en Chiapas o qué está pasando en Chihuahua, por decirlo de alguna manera.”
De esta forma, la programación del Festival Internacional de Cine de Morelia reafirma su lugar en el panorama global, no solo como un espacio de exhibición, sino como un eje que articula la actividad cinematográfica entre la industria, la academia y las audiencias que lo conforman. Desde su primera edición hasta su vigésimo tercera entrega, el festival ha mantenido un pulso firme y atento a las necesidades del cine nacional, así como a la pluralidad de voces que lo integran. En palabras de Daniela Michel: “La idea es exactamente buscar y tratar de mostrar un mosaico lo más completo posible de lo que es el cine mexicano: de hoy, de lo que es mañana y también celebrando la gran tradición que tenemos.”
Por esta razón, es fundamental reconocer el trabajo de programación cinematográfica, pues allí se teje, silenciosamente, la identidad y el canon de nuestro cine, que quedará como un archivo histórico, capaz de ayudarnos a comprender no solo lo que fuimos, sino también lo que aspiramos a ser y hacer.

Entrevista exclusiva con Daniela Michel, fundadora y Directora General del Festival Internacional de Cine de Morelia, realizada en septiembre de 2025.
Jorge Demian Torres Trejo
Carrera y facultad: Literatura Dramática y Teatro, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Una semblanza breve: (CDMX, 2004). Artista interdisciplinario y crítico cinematográfico. Ha sido nominado en el Festival Internacional de Cine Mínimo por su cortometraje Marchita. Recibió una mención honorífica en la 13° edición del concurso de crítica cinematográfica Fósforo.

Add a Comment