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En el documental ensayístico Toda la memoria del mundo (1956), Alain Resnais se adentra en los anaqueles de la Biblioteca Nacional de Francia con el propósito de reflexionar acerca de los procesos que la institución lleva a cabo para administrar una memoria infinita, en forma de toneladas de papeles, que debe llegar del modo más eficiente posible a manos de los lectores. Los vericuetos del edificio, bellamente filmado, revelan una administración extremadamente precisa, cuyas labores se pueden remontar hasta 1368. Si bien para 1956 ya existía en la Cinemateca Francesa —fundada en 1936—, un filme con ese mismo halo místico sobre cualquier recinto que albergue películas habría sido imposible de realizar.

Hasta el día de hoy, los archivos de cine sortean una serie de dificultades que sólo pueden ser solventadas por el trabajo afanoso de su personal: la batalla es contra el olvido pero también contra el tiempo, contra la “enfermedad”, como la caracterizaron los trabajadores de la Filmoteca que tuve la oportunidad de conocer. Albino Álvarez Gómez, Subdirector de Rescate y Restauración Cinematográfica, así como Beatriz Porras Ramírez e Ignacio Sánchez Rodríguez, del Taller de Rescate y Restauración Cinematográfica, me compartieron algunos testimonios acerca de la labor de preservación y sus procesos técnicos y artísticos que realizan en la Filmoteca de la UNAM. Un enorme grano de arena a toda la memoria del mundo.

Es fácil perderse en explicaciones acerca de lo que implica la restauración del patrimonio fílmico, y por eso Albino, antes que nada, nos ayuda a ubicarnos: “En el campo del conocimiento que implica la preservación, está inmersa la restauración. La preservación es algo más general porque implica medidas del orden preventivo ante el deterioro natural que conlleva un proceso de degradación de un material fílmico, que es materia orgánica. Es como nuestro cuerpo: algún día va a morir”. Albino nos recuerda que, del mismo modo que el ser humano recurre a la reproducción para preservarse, el cine necesita una “clonación” para persistir. La preservación recurre a procesos técnicos, editoriales e intelectuales que equilibran las pérdidas, procurando siempre un “estado original” que ya quedó lejos, si no es que perdido por completo: “Restaurar una obra lo más parecido posible, que la clonación sea casi perfecta —aunque es imposible—, es una gran aspiración”.

 

Ignacio Sánchez Rodríguez. Créditos: Archivo Filmoteca UNAM

¿Quiénes intervienen en ese proceso? Son personas de diferentes orígenes. Albino, cineasta de formación, tiene a su cargo dos áreas clave: el Taller de Rescate y Restauración, y el Laboratorio Cinematográfico. En el taller hay técnicos en rehabilitación fotomecánica y en el laboratorio hay personal químico. Hablamos de un trabajo conjunto que requiere de técnicos que realizan un primer acercamiento y tratamiento del material, hasta una labor cercana a la creación artística: un restaurador debe ser afín a las sensibilidades de los creadores originales, respetar y mostrar empatía con la obra.

Si comenzamos por el principio, el foco y las palmas se las llevan los diligentes técnicos, tanto del taller como del AITEM (Área de Ingreso, Tránsito y Estabilización de Materiales), vinculada al taller; los primeros en tener contacto con los materiales. Ignacio, jefe del taller con 32 años de antigüedad en su puesto y 36 en la Universidad —los primeros cuatro, se desempeñó como auxiliar de intendencia y chofer—, y Beatriz, con poco más de dos décadas como encargada del AITEM —antes administrativa de la Facultad de Medicina— reconocen no sólo la calidad artesanal de su trabajo, sino que concuerdan en que se trata de una situación insólita. “No te voy a mentir, cuando entras aquí no sabes ni qué hacen, pero al paso del tiempo conoces y te va interesando. No me considero cinéfilo pero después de ver que salían Allá en el Rancho Chico (1938), Diablillos de arrabal (1940), ahora veo todo tipo de cine y me encanta”, comenta Ignacio; mientras que Beatriz confiesa: “Nunca me imaginé que iba a trabajar en un lugar así y mucho menos que estaría encargada de un departamento donde sólo hay hombres, y la situación es difícil con ellos. Es difícil que acepten que una mujer les dé órdenes porque aquí yo les distribuyo el trabajo, cuando llega un donativo o un depósito, lo vamos distribuyendo entre los cuatro compañeros”; la situación se solventa y el trabajo sale.

Beatriz Porras Ramírez. Créditos: Archivo Filmoteca UNAM

En el AITEM hay dos bóvedas. La primera almacena el material que se dona o llega a resguardo —personas o instituciones que solicitan la protección de materiales—, y la segunda, la de estabilización, contiene los materiales “enfermos”. Tanto Beatriz como Ignacio supervisan la llegada de material y escriben la biografía de los rollos en una ficha de identificación. Se genera un código de barras, y eso será ingresado en una base de datos: tenemos, por ejemplo, formato de la película —super 8, 16mm, 35mm, 9.5mm, 17.5mm o 28mm—; el aspecto —proporción entre alto y ancho de la imagen—; soporte —nitrato, acetato o poliéster—; la emulsión, el color, el sonido, la pista, el pietaje —que se refiere a la longitud de los rollos, que con una ecuación matemática entrega la duración en minutos y la cantidad de fotogramas—, además de la información de la película: fecha de ingreso, de producción y de dónde llega.

Enseguida se verifica el estado de la película: si está rayada, si trae pegaduras de mylar, si está desperforada, sobreexpuesta, sucia, decolorada, desincronizada, encogida, mutilada, etc. Si el material está en buenas condiciones, se le hace un espacio en bóveda; pero, si está lleno de miel —nitrato de celulosa descompuesto—, polvo y cristales —generalmente ácido nítrico cristalizado— que delatan la enfermedad, entonces se estabiliza y se trata. Las tareas se hacen utilizando guantes, mascarilla y zapatos con casquillo.

“Hay momentos de degradación en los que, con sumo cuidado y con una paciencia increíble, todavía puedes rescatar los materiales. El nitrato se convierte en polvo y el acetato se deforma; se desprende la emulsión”, dice Ignacio. Muchas veces ya no se puede hacer nada por ellos y se desechan de manera responsable. La revisión minuciosa es clave, pues podría haber un material importante que pase desapercibido. Ignacio cuenta con particular orgullo el descubrimiento del final alternativo de Los olvidados (1950) —que venía registrada como trailer y que provocó una pequeña controversia, apuesta incluida— y lo que él llama el “final censurado” de ¡Vámonos con Pancho Villa! (1936), así como el rescate de La mancha de sangre (1943), en la cual Bertha, una compañera sordomuda, ayudó a leer los labios de los personajes en secuencias con el sonido perdido para así reconstruir la película.

Las anécdotas abundan porque el ingenio personal es vital: “la mayoría adquirimos la experiencia aquí y, se puede decir, la vamos heredando. Desafortunadamente no hay escuela para esto. Tenemos escuela de tramoyistas, de iluminación, pero de restauración no. La mayoría de los técnicos de Cineteca se hicieron aquí también”, dice Ignacio, mientras me muestra el equipo que llama “obsoleto, pero para lo que nosotros hacemos es muy funcional: las pegadoras, sincronizadoras y enrolladoras; afortunadamente tenemos de todo para hacer nuestro trabajo”.

El aprendizaje del oficio se refuerza mediante encuentros entre pares, como el insólito evento internacional de Il Cinema Ritrovato —que organizó una escuela de restauración en Filmoteca—, así como el Encuentro Latinoamericano de Restauradores en Arcadia. Muestra Internacional de Cine Rescatado y Restaurado de la Filmoteca de la UNAM. Ignacio también pudo aprender en Madrid, de la mano de Alfonso del Amo, un genio del Centro de Conservación y Restauración de Filmoteca Española.

Albino Álvarez Gómez. Créditos: Archivo Filmoteca UNAM

Como todos los archivos serios del mundo, en Filmoteca de la UNAM es primordial la difusión de sus materiales. Sin embargo, como ha quedado claro, tal labor requiere de ese primer gran paso que realizan los técnicos en una cadena de labores que espera poder volver a ver las películas cercanas a su gloria pasada. Administrar los recursos resulta complejo. ¿Qué salvamos primero? Ingresa una cantidad enorme de material y la velocidad de recuperación es más bien lenta.

La preservación, en su variante específica de restauración, exige elegir con cuidado en qué materiales se trabaja, sin dejar de lado la transparencia en los procesos: los cuadernos y las bitácoras de restauración publicadas por Filmoteca se integran a esa nueva y emocionante cultura del visionado de materiales restaurados, cada vez más común. Si se trata de una labor seria, al comienzo de las películas restauradas veremos un texto que indica los métodos utilizados en la restauración: “Se comparten los procesos técnicos y criterios que seguimos para restaurar una obra, así como toda la ruta que se siguió con el propósito o bajo la premisa de que ninguna restauración es total o definitiva”, explica Albino, quien, en su momento, propuso la publicación de los cuadernos. “En el mundo, lamentablemente, no hay un colegio que vaya sancionando las diferentes obras que se restauran. Hoy, en todo el mundo, existe la creencia muy popularizada de que restaurar una obra es únicamente quitarle los daños o defectos y, para mi gusto, entonces intervienen equivocadamente una obra porque ya todo se ve igual”, dice Albino, muy en contra de la homogeneidad de las obras.

Preservar cine es hacer cine. Si vamos a cambiar la unidad física por el código binario basado en unidades discretas, bien podríamos preocuparnos, como lo hace Albino, “por los haluros de plata, que son como la unidad más pequeña en un fotograma análogo o fotoquímico, siempre son únicos e irregulares, nunca hay uno parecido, y en los píxeles siempre es lo mismo: ceros y unos. Entonces el mundo del píxel es binario y autoritario. En lo análogo está el azar y es muy bonito”.

Referencias:

Bibliografía

V.V. A.A. (2004). The film preservation guide : the basics for archives, libraries, and museums. National Film Preservation Foundation.

Películas

Resnais, A. (Director). (1956). Toute la mémoire du monde [Toda la memoria del mundo] [Film]. Films de la pléïade.

Video
Castillo, L. [Casa de América]. (3 de octubre de 2018).

Restaurar el cine. Una nueva vida [Archivo de video]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=8oxZ1uL72Ho

Créditos: Archivo Filmoteca UNAM
Créditos: Archivo Filmoteca UNAM

 

Ficha técnica:

Entrevistas a Albino Álvarez Gómez, Subdirector de Rescate y Restauración Cinematográfica, Beatriz Porras Ramírez e Ignacio Sánchez Rodríguez, del Taller de Rescate y Restauración Cinematográfica, realizadas el 28 de abril del 2025 en las instalaciones de Filmoteca UNAM.

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Sección: Yo filmo

Rafael Méndez García

 

Carrera y facultad: Lic. en Historia de la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.

Una semblanza breve: Entusiasta de lo que pasa, pasó y pasará en el cine; de la escritura; y de comer rico con la gente que quiero.

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